domingo, 1 de julio de 2012

París


Segunda Guerra Mundial, las tropas de Hitler invaden Paris.

Una discreta taberna en el barrio de Montmartre, un lugar emblemático, la Basilica del Sacre Coeur, es uno de los puntos más altos de la ciudad y desde su colina se puede observar cosas bonitas

Era cantante, y la dueña de esa taberna. Una rebelde asustada por una guerra maldita e injusta, como todas las guerras.

Con ninguna pretensión que no fuera matar a esos "Nazis" que habían entrado en mi casa sin que yo les hubiera dado permiso.

La gente asustada corría por las calles, nadie tenía un rumbo fijo, y podía ver reflejado el miedo en sus caras, parecían almas en el purgatorio preparándose para entrar en el infierno. 

El General De Gaulle, desde Londres organizó el movimiento de resistencia de la Francia Libre, que desde las colonias francesas y en el interior mediante la guerra de guerrillas protagonizada por los “Maquis” plantó cara a la potencia ocupante.

Mi familia no sabia nada como de costumbre, nadie sabia nada. Totalmente consciente había convertido mi taberna en una tapadera clandestina, donde yo misma era una espía del gobierno Francés.

Creo recordar que maté a doce oficiales de las Waffen S.S., el cuerpo de combate de elite de esos“mamones.”

Me había convertido en una asesina sin escrúpulos. Cualquier uniforme con aquel maldito emblema era mi enemigo.

Era fácil sólo recibía instrucciones, una llamada de teléfono ¡¡maldito teléfono!!, un nombre y una cara para reconocer.

Los mataba en mi camerino, unas copas de champagne, un poco de absenta, muchas risas, y una pistola con silenciador de bajo de mi almohada.

Nunca tenia miedo seguramente por eso siempre me salía todo bien, es una postura inteligente para afrontar la vida que nos toca vivir.

Siempre estuve protegida por De Gaulle, una historia muy larga que contar, hoy me limitare solo a recordar el suceso más doloroso de mi vida.

Una noche más sin poder dormir...

Cada noche y para no perder la costumbre tomaba tres pastillas para que calmaran mi ansiedad, y poder descansar un poco. Esa noche era especial, pesadillas, sudores fríos, vueltas y vueltas en la cama, ruidos, muchos ruidos en mi atormentada cabeza, cada asesinato era una cicatriz más para recordar. Algo no iba bien, era una noche diferente ya que presentía un acontecimiento que marcaría mi vida.

Solía cantar canciones de amor, eran mis preferidas, y mi taberna se había convertido en una sala de fiestas donde no paraban de entrar Oficiales de la S.S.


Todos me miraban con ojos insinuantes, con lo cual los desafiaba con una mirada de desprecio y me reía de ellos preguntándome quien iba a ser el siguiente en morir en mis brazos


Pero esa noche entró un oficial con dos amigos borrachos, y se sentó al final del todo pidiendo dos botellas de champagne Perrier. Con lo cual presté más atención que de costumbre. 

Me acerqué al oficial como poseída por el mismo demonio y canté para él, mientras sus dos amigos entraban en coma etílico y desfallecían sin oír mi canción.    

Recuerdo sus ojos, y recuerdo la expresión de su mirada, no podía mirarlo, pero era inevitable que no pudiera quitar mi mirada de sus ojos, sus tristes ojos, todo el reflejaba un alma en pena.

No quería mirarlo, pero él insistía y seguía observando cada uno de mis gestos, insistía descaradamente, pedía a gritos que lo mirara. En unas décimas de segundo bajó su mirada hacia mis pies, y sentí como se sorprendía de verlos descalzos. Me marché corriendo como una loca después de mi última canción, quería terminar cuanto antes. Esa noche no pude saludar a nadie como de costumbre hacia después de mis actuaciones. Estaba temblorosa y me dolía la cabeza y el estómago. Me sentí ridícula, me hacia sentir mal esa situación. Me repetía no, no, no, no, no, no, no Claudia ¡¡¡ olvídate !!!

Solía cantar descalza, llevaba unos pantalones negros muy ajustados, y una camisa blanca de hombre muy escotada, ya que mis pechos eran pequeños y no se veían. Mi cabeza estaba rapada al uno y en mis actuaciones siempre me fumaba un cigarrillo. Estaba extremadamente delgada y me pintaba los ojos muy oscuros. A veces por la calle me solían confundir con un chico. Ese era mi sello, mi personaje en el escenario.

Putos pervertidos! 

De no verte nunca empezaste a venir todos los días, misma mesa, mismos amigos, mismo champagne.

Flores en mi camerino, y miles de tarjetas con palabras de amor firmadas por un tal Frederich.

Esperaba tu llegada a cada minuto del día, tus entradas por la puerta me desesperaban, ganas de besarte, ganas de abrazarte. ¡Miradas de locura!

¡¡¡Estaba loca !!!


Tus ojos ya no estaban tristes.


Un día te sonreí mientras cantaba, se me escapo, juro que no quería, no quería hacerlo, lo juro, pero sabia que eras tú quien me mandaba todas esas tarjetas escritas con pensamientos de amor y esas flores tan preciosas.

Esa misma noche picaste dos veces en mi camerino y pronunciaste mi nombre, - Claudia, Claudia... 

Estaba loca, y te deje pasar.

Seis meses de amor con un oficial de la S.S.

Paseos por los Campos Elíseos de la mano riéndonos de todo, olvidándonos de una guerra trágica y terrible. Creo que éramos los más felices. Nos sentíamos culpables a cada instante, pero entonces hacíamos el amor y se nos olvidaba.

Corría, no paraba de correr, no llegaba nunca, recordaré siempre las escaleras que estaban junto a la ópera en aquel camino que me llevaba a tu casa, quise subirlas, lo hacia siempre, era una manía para recordar que estaba feliz y para que jamás se me olvidaran esos momento de tanta pasión que viví junto a ti. Esta vez las subí de una manera distinta.

Tenías el mejor piso de Paris, ¡Dios mío! era como un pequeño palacete con los techos altos y grandes ventanas de cristal dibujadas, aunque lo que más me gustaba era la terraza donde solíamos pasarnos horas y horas hablando de nuestros sueños.

Ese día lloré sentada en tu cama durante cinco horas, y mientras no dejé de recordar todo lo que nos habíamos prometido  

Entraste por la puerta y diste el portazo más fuerte que he oído jamás, parecía que lo supieras…

Te sentaste a mi lado, me miraste con esos ojos tan preciosos que tienes. Me levanté de golpe de la cama y sin pensar me fui hacia la ventana ya que tenía que actuar, saque mi pistola, te mire y me pegué un tiro en la sien.

Recuerdo como te levantaste de la cama, recuerdo tu cara, tus gritos ¡NOOOOOOOO! 

No quiero recordar más.

- Maldito teléfono !!!

Sombras en la ciudad de la LUZ (Paris 1941)

El alma no está cerca del corazón está cerca de la mente, todo se archiva ahí.

¿Imaginación? Que bueno es imaginar...

Mi alma es mi mente, fabrico mi presente y recuerdo mi pasado, del futuro mejor no hablo, nadie sabe.

Para quien me entienda.









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